Situación que viven las mujeres

A pesar de que se ha avanzado en generar y aprobar leyes que defienden los derechos de las niñas y mujeres, estas leyes están muy lejos de llegar a las comunidades indígenas, donde aún siguen las costumbres y tradiciones que les fueron inculcadas a sus abuelos: que las niñas y mujeres deben obedecer al hombre y que ellas no tienen que quejarse, reclamar u opinar. En la casa, son las que hacen los trabajos de mantenerla limpia, cocinar, lavar la ropa, acarrear el agua, cuidar de los hijos, trabajar en sus huertos y en parcelas.

En las comunidades de la montaña de Guerrero, aún en el siglo XXI, las mujeres viven situaciones de violencia por parte de sus esposos y no pueden denunciarlos por esta situación, ya que las mismas autoridades, como son hombres, van en favor de los hombres.

La mujer que decide hacerlo es mal vista ante los demás, es criticada y castigada, y si decide abandonar al marido, la juzgan y ya no es bien vista por la misma sociedad. Ella es la mala, la que no aguantó, la que no comprendió a su esposo; porque, para ellos, la mujer tiene que comprender a su esposo: si toma, lo tiene que cuidar, que para eso está.

La situación que la mujer tiene que soportar y aguantar es reprobable. La mujer no tiene derecho de mostrar sus sentimientos, su dolor, no puede platicar con otras personas por lo que está pasando y, si lo hace, al contrario: la desaniman y la convencen de seguir soportando, de que así es su destino.

Lo que los hombres no logran comprender es que las mujeres son igual de importantes que ellos y que, en estas situaciones, son las que hacen que su familia se mantenga, porque sacrifican su propia vida para mantenerlos unidos, pero, ¿desde qué precio? Muchas de ellas han perdido la vida en esta lucha, cayendo en depresión, en enfermedades que las matan lentamente. Las mujeres son las que ven por la alimentación, la salud y el bienestar de la familia y de la comunidad.

Muchas veces se les recrimina porque no trabajan y no aportan económicamente en los gastos de la familia, pero, ¿en qué momento van a trabajar si todo el tiempo están ocupadas haciendo los quehaceres de la casa? Al contrario: a ellas no se les respeta el derecho a descansar; desde que se levantan hasta que se acuestan no paran de trabajar.

Utilizando la metodología del fortalecimiento al corazón, las mujeres han logrado comprender que tienen derechos y que se les debe de respetar. Sin embargo, los obstáculos aún siguen, porque los hombres todavía no lo han comprendido y, en las comunidades indígenas, las leyes no se ejercen, la ley la imponen ellos a su conveniencia.

Durante las capacitaciones que se han obtenido, algunas de ellas han tomado el valor de denunciar, pero esto las ha llevado a detener su lucha porque son castigadas y juzgadas.

Son contaditos los hombres que han comprendido que a la mujer no se le debe de violentar. Son contados los hombres que ya apoyan a las mujeres en los trabajos de la casa y les dan permiso para acudir a los talleres de capacitación.

Los espacios en los que las mujeres tienen presencia son las reuniones de las escuelas, los talleres del centro de salud para las vacunas de los niños. Además, en la organización de las fiestas son las que recolectan las flores, adornan los altares, preparan comida para ofrendar, recolectan las frutas para el altar.

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